viernes, 10 de septiembre de 2010

EN LOS ANDES INCÁSICOS, LA HOMOSEXUALIDAD ERA PERMITIDA

COMENTARIOS IRREALES DE GARCILASO DE LA VEGA

El 12 de abril de 1539, nació en el Cuzco, “el Inca, Garcilaso de la Vega”, hijo del Capitán español Garcilaso de la Vega y de la Princesa incaica Chimpu Ocllo, nieta del Emperador Tùpac Inca Yupanqui. Su infancia estuvo colmada por los recuerdos de las victorias indígenas y en su juventud, luchó afanosamente para incorporarse al mundo social y cultural de los españoles.
El la ciudad del Cuzco, a los mestizos locales, los indígenas los consideraban blancos, por esta razón muchos mestizos trataban obsesivamente de blanquear sus costumbres, para poder ingresar el círculo social de los españoles y en este intento recurrían a dádivas y adulos para ensalzar a los blancos, pero este esfuerzo no les dio ninguna recompensa, en vista de que esta población que mayoritariamente era analfabeta, apenas tenían próximo a un mestizo o indio, lo rechazaba ostentando superioridad racial. En su ciudad natal, el Inca Garcilaso de la Vega, orgullosamente pregonaba que “por sus venas corre sangre española, que el reconoce caudalosa y brillante”.
El 20 de enero de 1560, Garcilaso viajó a España, encontrándose ante la corte española sufre un terrible desengaño, luego de la presentación de rigor, la instituciòn lo identificó como “un mestizo, hijo de madre india”, en un país en el que la limpieza de sangre y el hecho de tener título nobiliario era de mucha importancia. A su condición de mestizo se sumaba la de ser hijo ilegítimo de un Capitán acusado de lesa majestad, por esta situación desde el inicio de su arribo a España, el cuzqueño fue tratado como “bastardo”. A pesar de esta adversidad, Garcilaso intentaba en todo momento de probar su total fidelidad a la corona y no se amilanaba ante la exclusión social que padecía.
Con el fin de demostrar el predominio de la sangre paterna en su naturaleza, el 22 de noviembre de 1563, se cambia el nombre de bautizo que fue Gómez Suárez Figueroa por el nombre de su padre, desde este momento aparece como Garcilaso de la Vega. El peruano, no disimula su desesperación por alcanzar el reconocimiento de la Corona, y por este motivo se enrola en el ejército para luchar a favor de España en la Guerra de Alpujarras.
Era conocido que a los mestizos americanos de la primera generación, sus madres los llamaban con un nombre indígena, sin embargo Garcilaso nunca quiso revelar el nombre indígena con el cual era llamado por su madre y sus parientes maternos.
En el año 1570, el virrey del Perú, don Francisco de Toledo desató una espantosa represión en contra de los Incas que aun mantenía ideales de restauración imperial, para sofocar los conatos de subversión, utilizó como extintores, la persecución y el destierro de los Incas varones y los mestizos de sangre real. El virrey Toledo desconoce la autoridad de los Incas en el Tahuantinsuyo, y los califica de usurpadores y sanguinarios, para el virrey, los Incas eran unos genocidas que masacraron a otros grupos étnicos, y por ello no tenían ningún derecho sobre la región. Continuando con su política de mano dura, en 1572, don Francisco de Toledo ordenó que el último Inca Túpac Amaru fuera ejecutado en la plaza del Cuzco, con este asesinato, culminan cuarenta años de resistencia indígena. En medio de la soledad y pobreza, Garcilaso de la Vega recibe la noticia del trágico fin de la dinastía de su madre, estos sucesos le provocan un fuerte choque emocional.

En el ocaso de su vida, Garcilaso empieza a mostrar una lealtad apasionada hacia su país de origen y desde su confinamiento voluntario, en España empieza a redactar uno de sus trabajo màs copiosos y polémicos, como es “Comentarios Reales de los Incas”. En esta obra los Incas son presentados como los civilizadores providenciales de pueblos disolutos de la región, los mismos que no tuvieron otra posibilidad que no sea utilizar sus leyes severísimas para erradicar la sodomía, y de este modo preparar el camino para el arribo del evangelio cristiano.


En esta narración el escritor manifiesta que antes del incario habìa pueblos que vivían “como bestias y peores, porque no les llegó a ellos la doctrina y enseñanza de los Incas… hubo sodomitas en algunas provincias, aunque no muy al descubierto y en secreto… antes de la conquista incaica los indios no tuvieron otra guía sino el demonio”. En estas anotaciones Garcilaso informa que el Inca General Auquititu, había hallado en los valles próximos a la costa, a algunos sodomitas que “en secreto usaban aquel vicio” y por esta situación, decretó que “en plaza pública los quemasen vivos”, nos solamente a los culpados sino a todos los sospechosos, además ordenó que “se quemasen los árboles de sus heredades, arrancándolos de raíz”, para que con este escarmiento no quedase memoria de cosa tan abominable, ya que si de allí en adelante algún avezado intentara caer en semejante delito, sería asolado todo su pueblo y quemados sus moradores en general.

Al referirse a la Provincia llamada Huailla, el narrador testifica que los Incas castigaron en ella a algunos “somèticos, que con mucho secreto usaban el abominable vicio de la sodomía”. En esta parte de la obra, es evidente que el historiador busca un pretexto para justificar el atropello que los Incas cometieron contra los Huaillas, a quienes les arrebataron sus territorios, expatriándolos indefinidamente. Los Incas doblegaban a los pueblos conquistados, destruyendo su fe, para tal efecto procedían a secuestrar a su ídolo principal. A lo largo de esta obra, Garcilaso de la Vega, presenta a las prácticas homosexuales como actividades vergonzosas que tienen que esconderse y practicarse en secreto

En el imperio incaico habìa la tradición de la llegada de gigantes oriundos de la Patagónica, a la península de Santa Elena, según comenta Garcilaso debió ser por vicio o por consejo e inducimiento del demonio que estos hombres descomunales usaban “unos contra otros el pecado nefando de la sodomía”, por esta razón asegura el escritor “Dios mandó un castigo”, pues estando los extranjeros reunidos en el clímax de una orgía “vino fuego del cielo y los consumió a todos” .En las culturas nativas americanas, las relaciones sexuales no se desarrollaban exclusivamente en la intimidad de la pareja sino también en forma grupal.
En 1581 el Padre Maldonado describió el desarrollo de una fiesta orgiástica en la zona de Chunchi, otros narradores informan que el Cuzco era Huàscar quien las preparaba. Para los indígenas el placer sexual era un regalo que Dios les otorgó en recompensa por las dolencias que tenia que combatir
Al realizar un cotejo entre las relatos de Garcilaso de la Vega, , con los relatos de otros cronistas se descubre la verdad, Garcilaso inventa en sus obras un castigo para los sodomitas andinos.
Cuando se estudia a Felipe Guamàn Poma de Ayala, se observa una detallada y prolija descripción de las leyes y castigos incaicos. Este escritor elabora una lista de diecisiete penas impuestas como castigo a los delincuentes. La hoguera no fue incluida en esta lista. Los Incas nunca utilizaron el fuego como arma para castigar los crímenes cometidos. Según el testimonio de Guamàn Poma de Ayala, la pena capital fue utilizada únicamente para castigar a aquellos que asesinaban por envenenamiento.
La crónica de Juan de Santa Cruz Pachacuti Yupanqui refuta la obra de Garcilaso de la Vega, este relator informa que en el Cuzco sede del gobierno incaico los individuos de “tercer genero fueron respetados y celebrados” y jamás castigados.

El caudaloso relacionista de Indias, don Antonio de Herrera y Tordesillas, sin necesidad de salir de España, fue capaz de escribir una densa y confiable obra, ya que tuvo a su disposición los documentos de la Cámara Real y además contó con un número elevado de informantes. Gracias a este trabajo, es posible conocer pormenores de los castigos que los Incas propinaban a los delincuentes. Para conseguir este dato, desde España se programó un interrogatorio, para que sea aplicado a los principales de los pueblos y a los indios viejo, naturales del Cuzco. Luego de esta averiguación, se conoció que en los Andes la homosexualidad no era un acto censurable.
En el año 1525 Huayna Cápac repartió la administración de su imperio entre sus hijos Huàscar y Atahualpa, luego de esta división, la isla Punà, quedó bajo la ordenanza de Huàscar. En este cacicazgo, una gran parte de la población participaba de una dinámica vida gay, pero este ritmo cesó, cuando empezaron las disputas entre los súbditos de Huàscar y los de Atahualpa por la posesión de los depósitos de sal que se almacenaban el esta isla. Los subalternos de Atahualpa guiados por los cursos de los ríos Chimbo, Yaguachi, Babahoyo y Guayas llegaban a Punà para abastecerse de sal, pero los subalternos de Huàscar les bloqueaban el acceso al preciado mineral. Esta discordia creció desproporcionada, en vista de que el la isla Punà se encontraban las únicas fuentes de sal al alcance de las tropas de Atahualpa. Desgraciadamente el conflicto iniciado por la sal fue alimentado por otras diferencias, la culminación de esta discordancia fue la sangrienta guerra entre Huàscar y Atahualpa.
Al revisar exhaustivamente los castigos narrados por Garcilaso de la Vega y al compararlos con otros códigos penales, se encuentra que el cronista los tomó de las leyes inquisitoriales referentes a la Sodomía, La homosexualidad en el siglo dieciséis se castigaba con la hoguera. Para esa época, Garcilaso ya se habìa adaptado a vivir en una sociedad patriarcal, machista y heterosexista, de ahí que había asimilado sin dificultadad la normativa eclesiástica.
El escritor Michael Horswell asegura que una revisión prolija de las fuentes históricas que contienen las leyes y regulaciones morales de los Incas revela “que no hubo prohibiciones ni castigos específicos para las prácticas homosexuales”, por esta razón el intelectual peruano Cristian Fernández califica a Garcilaso como “maestro de ambigüedades”.
En la disertación colonial, los pueblos andinos fueron presentados como débiles y afeminados. Esta apreciación se debió a que en estas culturas no existió una división sexual del trabajo, de la forma como existía en España. En los Andes no se privilegió lo masculino a expensas de lo femenino, las mujeres no tenían la obligación de servir a los hombres, y además lo masculino jamás fue considerado superior a lo femenino.
Un trabajo que en España era considerada como netamente femenino, en el imperio incaico la hacían los varones, esto es elaborar tejidos. Esta realidad trastornó a los españoles.

Existe mucha información sobre las faenas realizadas por los Incas varones. El narrador Pedro Pizarro señala que las mujeres solo hila las fibras de la lana “ya que eran los varones quienes tejían”, don Pedro Ciesa de León al recorrer el territorio Cañari observa que aquí las mujeres realizan la siembra de los campos, mientras “sus maridos están en casa tejiendo e hilando”. Cuando Ciesa de León visita Quito observa que “las mujeres son las que labran los campos y benefician la tierra y los maridos hilan y tejen”. Esta noción de afeminados y carentes de virilidad de los tejedores cañarejos y quiteños fue también lanzada por Ciesa de León a los hombres del Cuzco, asì el redactor narra que en esta comarca “mientras las mujeres están arando, ellos están hilando….y hacen cosas màs pertenecientes para el uso de las mujeres, que para el ejercicio de los hombres”, ante estas redacciones Garcilaso de la Vega reacciona y procede a negar lo afirmado, considerándolo calumnioso y fraguado para perjudicar a los indígenas, por lo tanto alega que “no ha habido gente màs varonil, que tanto se haya apreciado de cosas de hombres como los Incas, ni que tanto aborreciesen las cosas mujeriles”, Garcilaso califica al oficio de tejer como trabajo mujeril y señala que “las indias hilaban y tejían algodón y lana para vestirse a si mismas y a sus maridos e hijos”. La estudiosa de la obra de don Garcilaso de la Vega, doña Beatriz Pástor lo define, como un escritor complejo y contradictorio.
Los incas varones fueron expertos en el arte de tejer y pudiendo a confeccionar vestuarios con plumas diminutas, extraídas del pecho de los colibríes.
Los hechos acaecidos en los Andes nos están probando que la virilidad no es estática ni atemporal, es histórica, es construida socialmente, no es derivación de nuestros elementos biológicos, es creada en la cultura y cambia en el transcurso de la historia.
En toda su obra don Garcilaso de la Vega despliega mucho esfuerzo para probar que el imperio incaico es una gran civilización, en donde se reproducen todos los códigos éticos y morales de los españoles.
Después de mucho trajinar, Garcilaso de la Vega consigue que fray Luis dos Anjos a nombre del Santo Oficio, apruebe la publicación de su obra, era el 26 de noviembre de 1604. Con esta aprobación este cuzqueño se convierte en el primer americano que logró publicar una obra en Europa. Si Garcilaso de la Vega hubiera escrito algo que atente contra el ideario de la Corona Española, hubiese sido encarcelado y probablemente quemado, en este caso su obra jamás hubiera salido a la luz pública.
Los psicoterapeutas modernos consideran que fueron los traumas del escritor los que lo condujeron a imprimir invenciones en sus obras, el Inca, Garcilaso de la Vega fue testigo de la resistencia indígena, de la guerra entre los españoles y también fue testigo de la golpiza y violación que sufrió su madre, cuando el escritor era aun un infante. Este acto bestial fue perpetrado por un soldado de bajo rango, con el fin de obligar a Chimpu Ocllo a casarse con él, para este tenebroso militar el matrimonio con la indígena resultó un gran negocio, en ese instante el padre de Garcilaso de la Vega ya habìa abandonado a Chimpu Ocllo para casarse con una mujer blanca.
El 12 de abril de 1617, Garcilaso de la Vega dictó su disposición testamentaria, por esta declaración se pudo conocer que jamás estuvo casado y que no tuvo descendientes. Ya en el crepúsculo de su vida, el escritor termina identificándose como indio, ante la necesidad de erigirse como un erudito sobre el pasado de los Incas, frente a los cronistas españoles. Abatido por la melancolía, en un mundo social esquivo, añorando la belleza estremecedora del Cuzco, la gloria de sus antepasados, el tierno regazo de su madre india, muere Garcilaso de la Vega a la edad de setenta y siete años, dejando como herencia para sus lectores una obra dudosa, pero monumental.

Lastimosamente la obra: “Comentarios _Reales de los Incas” del Inca, Garcilaso de la Vega ha sido utilizada selectivamente como un argumento para perpetuar el odio antigay y la violencia que sobrellevan homosexuales, lesbianas, bisexuales, transgéneros y heterosexuales defensores de la causa de los grupos GLBT.
Hasta hace poco las publicaciones del Inca, Garcilaso de la Vega fueron consideradas como referencias imprescindibles para conocer la historia del incario. Sin embargo un análisis de otras crónicas iluminó aspectos biográficos del Garcilaso, esto produjo cambios profundos en la valoración de su obra y en la confiabilidad de las hechos narrados en ella.



Eduardo Ramón López©
Grupo País Canela™http://ecuadiversos.tripod.com/
paiscanela@yahoo.es 
BIBLIOGRAFÌA

FUENTES PRIMARIAS:Ciesa de León Pedro: Crónica del Perú (1553)
Pizarro, Pedro: Relaciòn del descubrimiento y conquista de los reinos del Perú (1571)
Guamàn Poma de Ayala, Felipe: El Primer Nueva Crónica y Buen Gobierno (1615)
De la Vega, Garcilaso: Comentarios Reales de los Incas (1609)
Santa Cruz Pachacuti Yanqui, Juan: Relaciòn de antigüedades deste reyno del Perú (1613)
De Herrera y Tordesillas Antonio: Historia General de los Hechos de los Castellanos, en las islas, y Tierra-firme del Mar Océano (1601)
Padre Maldonado: Relaciòn Geográfica (1581)
FUENTES SECUNDARIAS:Pástor, Beatriz: La razón utópica del Inca Garcilaso
Fernández, Christian : Inca Garcilaso: imaginación, memoria e identidad
Horswell, Michael: Un sacrificio fundacional

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