En los años 80 fue víctima de discriminación “porque vestirse como mujer era un delito que se
pagaba con la cárcel”.
Ismael Anastacio Yagual, o “Claudia”, es uno de los
travestis y activistas del movimiento de Gays, Lesbianas, Bisexuales,
Transexuales e Intersexos (Glbti) más antiguo del país que en los años ochenta
defendió los derechos humanos de la comunidad.
Ha sobrevivido a la discriminación y violencia social
que muchos de sus compañeros no pudieron resistir. Actualmente tiene una vida
sosegada y solo se dedica a su negocio, dejando a un lado las farras, los
amoríos, las actividades sociales y los grandes desfiles.
Nació en la isla Puná hace casi sesenta años y luce un
aspecto diferente al de sus años de juventud. Ahora tiene la cabeza y las cejas
rapadas y prefiere mantenerse alejado de la actividad pública.
Su lucha por lograr un trato más justo para la comunidad
empezó hace muchos años, cuando el vestirse como mujer era considerado un
delito castigado con cárcel. Ahora la nueva generación es la que batalla por
obtener conquistas sociales.
En su niñez fue muy pobre y quedó huérfano de padre.
“Mi madre fue todo para mí. Siempre la respeté y no le hice pasar malos
momentos. Fui prudente con mi vida personal. Siempre me gustaron los hombres”,
sostiene.
BAILARINA
Ismael vivió tres años en Colombia, país en el que
trabajó como bailarina en centros nocturnos. Fue bautizada como “Claudia”
porque durante sus shows imitaba a la cantante Gladis Caldas Méndez, más
conocida como Claudia de Colombia.
Para travestirse usó trucos que le daban la apariencia
de una fémina voluptuosa. “Agarraba pedazos de espuma del colchón y me los
colocaba en los pechos, cadera y pompis. Aunque aún no se escuchaba hablar de
la silicona, tampoco me la hubiera puesto”, afirma.
Su vida sentimental comenzó a los 18 años con otro
joven de su misma edad. “Mi primera pareja fue un uniformado. Trabajaba en la
cocina de una institución”, recuerda.
ENCARCELADO
“En el tiempo de la dictadura militar, los días fueron
muy duros para el gremio”, dice. Ella y sus compañeras eran víctimas de
persecución y maltrato. “En ese entonces era un delito andar vestido como
mujer”, manifiesta.
“A las bravas nos subían a los carros y metían en el
cuartel Modelo. Los otros presos abusaban de uno. Éramos muy humillados”,
indica.
FUE DUEÑO DE LA MANZANA
En los años ochenta fue dueño de varios restaurantes.
También “tuve una discoteca llamada La Manzana. Fue famosa por los striptease
que se hacían. A estos eventos asistían hasta hombres de uniforme”. Sin
embargo, un crimen ocurrido en el interior del centro provocó su clausura.
Por su actividad de estilista fue contratado para
varios eventos de belleza.
“ES SU VIDA”
La decisión de Ismael “depende de las circunstancias
de la vida de cada persona y de sus creencias,
por lo tanto respeto el criterio. Él puede adoptar
esta posición de llevar su vida como quiera”.
Este personaje ahora dedica su vida a su trabajo y a
Dios.
DEJÓ LA ROPA FEMENINA
Hoy,pese a que hay menos discriminación, confiesa que
de a poco se retira de la vida activa. Por eso no se viste como mujer o solo lo
hace en eventos especiales.
“Creo que hay etapas en la vida. Llega un momento en
que hay que apegarse a la conducta de Dios, es decir leer la Biblia e ir a la
iglesia”, manifiesta con firmeza.
Por eso hoy está solo y se dedica la mayor parte del
tiempo a su centro estético de belleza, donde atiende a su clientela.
Germania Salazar, Guayaquil
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