En este país, la comunidad GLBTI puede recordar fragmentos muy importantes de nuestra historia como minoría ciudadana: las señales cruzadas en aquel parque -El Ejido- de encuentros y desencuentros homosexuales, las burlas homofóbicas, la represión a manos de los “Escuadros Violantes”, la prisión luego de las redadas nocturnas, con el añadido de fotografía de prontuario en la crónica roja vespertina, los asesinatos impunes, la rabia muda de más de una madre, los crímenes de odio contra aquellos que siendo diversos fueron tachados y señalados por toda la prensa como “sodomitas”, para luego ser borrados oficialmente de la memoria colectiva.
El espíritu fiestero de un joven gay muerto por un crimen de odio a la salida de un modesto bar, se contrastaba con el desprecio y la indiferencia de una sociedad llena de escrúpulos.
Hace veinte y tantos años, descubrir el amor homosexual era encontrarse con espacios negados, ocultos, clandestinos. Lo fugaz del encuentro casual era la regla que hacía que la vida se vuelva verosímil. Se creaban mundos paralelos donde se luchaba contra la prohibición de los afectos. Venimos de una época en la cual la dominación cultural reducía el horizonte de los GLBTI al imaginario de lo masculino, lo blanco, lo heterosexual; se pretendió imponer un modelo que debía procrear un tipo de familia, de sociedad, de moral.
Para principios de los ochenta, existían en Quito varios sitios homo-eróticos, de licencia sexual, donde los dueños se hacían de la vista gorda, y donde el cortejo ocurría con inmediatez y el erotismo se adaptaba a la estrechez de los tiempos. Un referente clásico es “el Hueco”.
Allí se reunía -y se reúne aún- toda la mariconería quiteña de distintas edades. Ahí los grupos de amigos marcan territorios; se refuerzan las fronteras de clase que diferencian entre gays amanerados de las élites, entre jovencitos clase-medieros y atractivos cacheros. Ahí están las travestis-rubias dueñas de peluquería y las transexuales-cholas que buscan clientes.
La realidad de la “comunidad” quiteña, y por extensión toda la ecuatoriana, es en realidad la de sus prácticas morales. Se nutre de pequeñas y entretejidas discriminaciones estamentales.
Nadie se pudo librar, a los largo de estos veinte y más años, de la rígida jerarquía delimitada por el color de la piel, el dinero, la educación, el linaje. Y así ahora, en la segunda década de este nuevo siglo, se vive un “remake”, una repetición de los mismos cánones.
Ahora los jóvenes y adolescentes gay, en especial los de clase media alta y los pitucos, para no contaminarse y en claro afán discriminatorio, tienen su elitista espacio. Lo irónico es que este refinado “armario con música” está a media cuadra del ”Hueco”, a donde suelen regresar cuando la magia difusa de “Lady Gaga” pierde su pasajero “glamour”, o cuando sus hormonas agitadas les compele hacia un cachero bien dotado. Y claro, lo hacen cuando ya se aburren de admirarse entre sí, para determinar cuál es la “más bonita”.
Cuando Rock Hudson muere por un síndrome hasta entonces desconocido, el mundo da impulso a la lucha contra el SIDA y al mismo tiempo se reconoce que la homosexualidad no es una enfermedad. Pero en nuestro país, los medios se encargan de reforzar el estigma: “maricón-sidoso”. Localmente, poquísimos se atreven a “salir del closet”. La gran mayoría buscó cumplir la tradición burguesa-heterosexual de montarse una familia con hijos, pues era la mejor forma de guardar las apariencias.
La mirada moral del Estado intensifica su rigidez. Fueron años de violencia y represión contra las formas de sensibilidad que no observaban el status quo. El Estado persiguió a los sospechosos. Daba caza a las mujeres de vida licenciosa, a los intelectuales y rebeldes guerrilleros de izquierda, y por supuesto a los homosexuales, etiquetados de “locas”. Se cometen varios crímenes de odio a los abyectos. Los represores desfogaron sus frustraciones sobre aquellos que provocaban sus deseos-miedos más profundos. Fueron tiempos en que la sexualidad y el romance se debatían entre el dolor y el peligro. Encontrar el amor gay implicaba enfrentarse a los moralismos más conservadores de la sociedad.
Hoy, la homosexualidad ya no es un delito. Dejó de serlo cuando se derogó el Art 516 del Código Civil. Fue entonces cuando dejamos de ser “delincuentas”. A partir del año 1997 todo el “ambiente” se refresca. La clandestinidad deja de ser obligatoria y algunos asumen abiertamente su identidad.
Los gays maduros, aquellos que superamos la cuarentena, hemos vivido la realidad del Ecuador entre dos siglos, tres constituciones, dos conceptos jurídicos en el Código Civil, y varios gobiernos, la mayoría de ellos promotores de fobias.
Quito ha sido el escenario donde he vivido la moral pacata. Una ciudad quisquillosa con los que somos diferentes. Ahora la ciudad abre sus ojos llenos de culpa; despierta con resaca, pero no le duele la cabeza, sino el alma al recordar. Quito hoy tiene chuchaqui moral, y continúa limpiando sus remordimientos. Esto sí es un buen cambio.
Quito ya no quiere ser la ciudad curuchupa, la franciscana. Ahora Quito quiere ser la liberal, la de la diversidad, la pluricultural, la comelona, la glotona sexual. Es también la que se quiere recuperar del olvido, la que no tiene miedo a mirar su dualidad, la que puede mejorar su concepto de convivencia y respeto a las minorías, la que supera sus traumas egoístas, sus tabúes sexuales, sus miedos y trans-lesbo-homofobias. Todo esto es así mismo un buen cambio.
Por cierto, la realidad social, cultural, y sexual de Quito seguirá bajo el arquetipo de comportamiento de sus gentes. Quito y sus gentes: poco inocentes pero muy prudentes.
Qué ha cambiado en los últimos veinte años? Hay pocos cambios, pero al menos son buenos cambios. Ahora los jóvenes se pueden exhibir, incluso con desparpajo. Ya no tienen que cargar con el estigma. Bueno sería que hagan conciencia de que su actual edén tuvo como antecedente el infierno que enfrentó mi generación. Pero seguimos siendo, en su mayoría, un colectivo incapaz de entablar relaciones homosexuales públicas, tranquilas, respetuosas, sin apresuramientos. Seguimos siendo un colectivo con escaso interés en la cultura.
Las mayorías siguen socializando a pie de calle, de estas calles benditas y malditas, aunque muchas organizaciones no gubernamentales borren de su discurso esta compleja realidad por su voluntad de blanqueamiento de “la comunidad” de gays, lesbianas, bisexuales, transexuales, trans-géneros e intersexuales; o por haber importado discursos para la organización de las diversidades sexuales en nuestro país.
La Ordenanza 240 del DMQ, en su art. 5 adopta el 17 de Mayo como Día de la Lucha contra todas las fobias sexuales. Es un buena coyuntura para repensarse como comunidad GLBTI.
Manuel Acosta,
Quito, Abril del 2011.
dionisiosartecultura@gmail.com
Quito, Abril del 2011.
dionisiosartecultura@gmail.com
3 comentarios:
Estimado Manuel
Leer tu reseña historica, me demuestra que aun existen personas que se reusan olvidar lo que tanto dolor y sufrimiento le ha costado a valientes que decidieron vivir una vida sin mentiras ni tapujos, personas orgullosas que ahoran no tienen otra mision que tocar las puertas de los corazones arrdientes y fogosos de nuestra juventud de hoy en dia. Leerte trajo a mi recuerdos de mi juventud, juventud alegre, fogosa, que penso ser libres como el viento, por que las leyes estaban cambiando, pero en poco tiempo pudimos darnos cuenta que nada aqui habia cambiado.
Fuimos algo asi como 25 amigos que todos los dias caminabamos, cual mariposa o rosa florida por lacalle mas alternativa del Ecuador, "LA 9 DE OCTUBRE" pero en muy poco timpo que se fueron apagando esas voces y almas fogosas que yo conoci, presas de de una sociedad garantista que nunca nos garantizo nada. Hoy al leerte me doy cuenta que lo que yo vivi lo vivistes tu y veo que lo viven nuestros jovenos, claro ya en otro escenario, por lo que te agradezco por refrescarnos un poco la memoria, inspirandonos a continuar esta lucha inclaudicable, que ahora ya no solo es, por mas derechos, sino, por todas y todos los que hoy en dia ya no estan con nosotros, personas hidalgas que ahun al morir nunca perdieron la esperanza de un ECUADOR donde todos y todas los GLBTI podamos vivir con dignidad.
Felicitaciones a los y las amig@s de la capital por los avances que han tenido en materia de reivindicacion de las poblaciones GLBT.
Muy buena idea lo del 17 de Mayo en Guayaquil, llevamos algunos años, unos pocos amigos a las afuera del palacio de justicia, haciendo presencia pero la verdad necesitamos de mas y mas personas, pero muy buena idea que se comience una campaña mediatica para que se haga algo chevere en algunas ciudades del Ecuador, estoy seguro que Francisco Guayasamin nos ayudara por intermedio de Pais Canela, y podamos crear conciencia casa adentro para poder hacerlo casa afuera.
Econ. Carlos Isaias Alvarez Pacheco
Cel. 085704830
"Nada diferente ni especial,
sino IGUALDAD ANTE LA LEY,
punto, ni una pizca más, ni una pizca menos."
COMENTARIO DE OSCAR UGARTE.
Me aprece muy intersante ,punzante y descarnado SU análisis de la "evolución" capitalina en el tema de la moralidad y la permisividad hacia los GLBT.
¿Es parte de algùn ensayo por publicarse?, porque seria muy interesante desarrollarlo desde esa perspectiva, en todo caso gracias por compartirlo., para los que no vivimos esa lacerante realidad.
Abrazos
Oscar Ugarte
Guayaquil
Sería importante recordar a las compañeras Coccinelle, quienes fueron las que encabezaron la lucha por la despenalización. Ellas fueron los rostros visibles de la violencia y sus cuerpos quienes lo pasaron peor.
Un abrazo.
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